Capítulo
ocho
El pequeño gran desafío
Maritxell se encontraba harta de la actitud de
su hermana, desde el “pequeño” accidente con el profesorcillo es que estaba de
un insoportable… ¿Qué puedo hacer?
No podía acercarse a Mady y tampoco encontraba
a Damian, ella no se rendiría siempre sabía exactamente que hacer, como y lo
más importante, sabía que herramienta utilizar. Mady había mostrado su interés desde
el principio por Carter… ¿Qué pasaría si
la inútil de Clarisa tuviera suerte con su novio?
De todos modos ya se había cansado de él. Sí, la idea le agradaba más con cada minuto
que pasaba. De pronto, como si fuera una señal, vio como se acercaban ambos,
salieron de diferentes caminos pero si seguían caminando sin desviarse
tropezarían. Maritxell sonrió, sólo tuvo que desearlo y sus nuevos estorbos
chocaron.
Carter buscaba desesperadamente a su novia,
tenía días esquivándolo y necesitaba saber que había hecho mal, para sus padres
siempre todo era culpa de él, así que no podía ser diferente con una mujer como
Maritxell. En eso estaba cuando chocó con alguien más bajo que él y que por la
fuerza del golpe cayó al suelo.
Sacudió la cabeza y miró hacia abajo, le
sorprendió ver a Madison en el suelo.
—Discúlpame Madison, estaba buscando a tu
hermana.
—Mira tú las ironías de la vida —contestó ella
levantándose del suelo sin prestar atención a la ayuda ofrecida por Carter.
—No te entiendo.
—No me sorprende, digo que es una ironía
porque yo me estoy escondiendo de ella.
Carter entrecerró los ojos tratando de
entenderla pero ciertamente era tan diferente a Maritxell, que siempre era tan
abierta ante él, en todo sentido. Sin quererlo sonrió. Madison lo observaba
como si se hubiera vuelto loco, carraspeó para sacarlo de su ensimismamiento.
—Lo siento Mady… si ves a tu…
Madison no lo dejo terminar y se alejo de él
rápidamente, era increíble, a pesar de ser tan guapo era en verdad un imbécil,
si Calliope ya no lo buscaba era porque ya había pasado su tiempo, seguro que
tenía a otro en mente. Madison bufó al pensar en la existencia solitaria que
tendría que llevar, todo gracias a la bendita herencia familiar.
Maritxell caminaba por uno de los pasillos
menos transitados para aquellos que podían llamarse populares, buscaba sin
realmente hacerlo; su poder la guiaría a ella. Había días en que el poder de su
hermana estaba casi al nivel del suyo, eso no podía ser, a menos de que Madison
hubiera comenzado a separarse de ella.
De pronto se sintió seguida, no se detuvo
aunque no podía definir quién era, no le temía. Nadie era más fuerte y poderosa
que ella, su hermana próximamente lo sabría si es que en algún momento se
atreviera a enfrentarse a ella. Dio la vuelta en un recodo del pasillo y se
detuvo.
Pero nadie lo cruzó, así que salió por donde
había entrado. Se vio súbitamente apretada contra un cuerpo más alto y solido
que el de ella, una mano en su boca le impedía hablar.
—Me dijeron que me buscabas —le dijo una voz
al oído.
Maritxell reconoció esa voz, era Damian. Hizo
un intento por zafarse de su agarre pero él se lo impidió.
—No dulce, primero debes prometerme que no
gritarás ni harás nada como lo que hizo mi pequeño desafío…
Maritxell asintió con fuerza, Damian la liberó
al instante.
—Creí que habías muerto esa noche.
—Lo que quieres decir es que esperabas que
estuviera muerto, pero antes de que pasara nada…
—¿Qué? —Exigió Maritxell— dímelo ahora o
gritaré.
Damian comenzó a reír a carcajadas y la sujetó
del brazo al ver un intento de huida.
—No estás en posición de exigir nada, si yo
hablo tú y mi desafío irán a parar a un circo.
Maritxell abrió los ojos sorprendida y cerró
la boca. Damian hizo su sonrisa más grande, se acercó un poco más a ella y la
sujeto por la nuca. Maritxell pensó que la besaría, se sorprendió al esperarlo
con ansía pero la impacto el hecho de que sintiera decepción al ver que Damian
lo único que hacía era observarla a los ojos.
—Necesito conocer sus secretos, todos
Calliope.
—No hago nada gratis y menos si es descubrirme
frente a un desconocido.
—Dime tu precio y si esta en mis manos
dártelo, no lo dudes lo tendrás.
Maritxell jamás había tenido que rogar por
nada, pero notaba que Damian veía en ella a su hermana. Eso debía cambiar y si
para eso tenía que descubrirle los secretos de Madison lo haría, sin dudarlo.
Damian era el pago perfecto y ella estaba dispuesta a conseguirlo.
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