Cambiando
de Piel
By Felin28
Después que dejé que me convenciera, después de tantos años realmente sin salir, sin tener una vida social y que solo salía del trabajo a la oficina y viceversa. Decidí que valía la pena la vida después de… después de él, hoy era momento de hacer un funeral simbólico y darme esa oportunidad.
Ir a un simple bar, ¿Qué daño me puede hacer? Un par de copas, quizá una plática y si tenía suerte quizá alguien me pediría mi celular o mi email. Además Lsgab me había insistido tanto que celebrar año nuevo en el barrio chino sería divertido, podríamos ver el desfile y quizá el hermoso espectáculo de las lámparas chinas que liberan adornando el firmamento bellamente.
Después del trabajo, fui a una de esas tiendas de lencería en la plaza comercial, con gran timidez entré a ella y comencé a buscar ropa linda, pero a la vez sexy, una nunca sabe quién puede verla y aunque estaba un poco renuente es que por sugerencia de Dara accedí ver prendas de encaje y aunque siento que son un poco atrevidas, ahora que la estoy usando me doy cuenta que realmente son sumamente cómodas.
Decidí usar una blusa con la espalda descubierta para mostrar mis hermosas alas que me tatuaje cuando era más joven, aunque yo no soy una chavita es que creo que tengo buen cuerpo, así que opté por una falda por encima de la rodilla y una botas largas, una chaqueta de cuero, un poco de maquillaje y al final decidí dejarme el cabello suelto, dejándolo secar en con el aire formando ligeros rizos en él.
Viéndome al espejo es que no me veo tan mal.
Salgo casi corriendo cuando veo la hora. Lsgab, Ivi me matarán si llego tarde siempre me han dicho que la puntualidad no es lo mío.
Puff.
Cuando entro al bar me sorprende que ellas no estén ahí. Marcó sus móviles Lsgab no lo coge, Ivi después del quinto timbrazo cuando estaba a punto de cortar la llamada me responde con voz chillona (más de la usual) y me dice que Lsagb trepada en sus tacones de diez centímetros al bajar la banqueta se le había doblado horrible la pierna y que a nada estuvo a que la atropellaran al caer sobre la avenida llena de autos, le dije que me diera la dirección para ir con ellas y tratando de suavizar la voz me convenció que mañana las viera, que de seguro estaba tan guapa ya que me había arreglado (nota mental: asesinarla después de este comentario, como si fuera tan descuidada en mi arreglo), y que si ya estaba en el bar pidiera aunque fuera una copa, que además por la fecha quizá conseguiría una cita, o quien me invitara por lo menos una copa… que no desaprovechara que había conseguido con gran esfuerzo pases para ese lugar y así por lo menos una de las tres se divertiría.
De mala gana, acepté y guarde mi móvil en mi diminuta cartera. Y con pasos temblorosos me acercó a le entrada. El de la puerta se me queda viendo con mala cara y cuando está a punto de negar con la cabeza es que yo sonrió mientras le entrego mi pase VIP. Y con una sonrisa aún más amplia entro en el lugar.
¡Wow!
Le verdad el lugar no es nada a lo que me había imaginado, en el fondo hay una banda tocando con un pequeño grupo de fans frente a ellos, fuera de esto el lugar se ve muy tranquilo. Por lo que alcanzo a ver las mesas están todas ocupadas y… vaya creo que hace mucho no salía, ya que dudo mucho que usen sofás, o camas, o qué sé yo donde las parejas… Que se consigan un hotel me rio por lo bajo un poco apenada, son unos simples besos, que exagerada soy. Creo que es la falta de costumbre.
Camino despacio por el lugar y por suerte encuentro un taburete a media barra vacío, y antes de que alguien lo ocupe, casi corro a él tropezándome un poco y a punto de caer de narices.
Puff, vaya mierda.
Pienso cuando me percato que por lo menos en esta semi-oscuridad se dio cuenta y si no hubiera sido por que me alcanzó a sostener por el brazo, es que yo en estos momentos estarían raspadas mis hermosas rodillas, o quizá estaría sangrando la nariz, porque conociéndome no hubiera podido ni meter las manos.
Le sonríe tímidamente y le doy las gracias en un susurro poco audible. Y como casi no puedo escucharlo con señas me invita a un privado que tiene para que nos tomemos una bebida y charlemos un poco.
Y yo con mi cara de mensa babeando cuando la luz le da en el rostro.
Mierda. No sabía que existían los ángeles en la tierra, creía que era solo un mito.
Sin querer suelto una carcajada ante mi comentario mental que tuve y él se me queda viendo con esos hermosos grises y con el ceño fruncido. Y lo único que se me ocurre es bajar la mirada como auto reflejo.
La plática o lo poco que preste atención es que comienza a chorear que es un millonario que decidió pasar un rato con los plebeyos ya que si estaba en ese lugar era porque la banda que estaba tocando ahora suya y tenía ganas de pasar un buen rato, y yo para mis adentros ¿aja y tu nieve de limón de que la quieres? Pero el muy… más tardó en decir esto que me estaba metiendo mano, yo claro me levanté de un salto soltándole una cachetada y salí corriendo de ahí, ya no alcancé a escuchar lo que me dijo, pero no creo que me haya dado las buenas noches o algo parecido.
Con los ánimos calientes me siento en el primer lugar de la barra, lo único que me puede tranquilizar ahora es un tequila o una bebida igual de fuerte.
El barman en cuanto me ve me guiña un ojo y se recarga en la barra y me pregunta que qué me sirve y le pido un tequila. En cuanto lo pone delante de mí, me lo tomo de un solo trago y el llena de nuevo la copa, una…, dos… cinco… Dios, he perdido la cuenta, pero creo que van como siete.
Se vuelve a inclinar sobre la barra y me dice que en cinco minutos será su descanso que podríamos ir a la parte trasera y… y yo obvio suelto palabras, de esas que mi madre odio escucharme decir y dando traspiés me levanto del banco y camino con dificultad entre la gente.
Pero si serán chulos, porque creen que ven a una chica sola creen que lo único que estoy buscando es sexo.
Después de meditarlo un poco creo que ha llegado la hora de irme a casa, ahora creo que salir sola no fue buena idea. Y una vez que salgo del lugar esto desorientada, no sé exactamente para dónde ir, conozco el barrio de día y sin tanta gente, pero ahora… de repente choco con alguien que hace que caiga de nalgas en el pavimento.
Cuando estoy a punto de decirles unas lindas palabras (léase sarcasmo), de nuevo pongo una sonrisa estúpida en mis labios al ver al dios griego que está inclinado sobre mi extendiendo la mano para ayudarme a levantarme y solo aparto la vista de su rostro cuando veo un hermoso tatuaje mega elaborado con una serpiente.
Una vez de pie, cuando estaba a punto de darme la vuelta y marcharme lejos de él, con voz ronca me dijo que se llamaba Jetro y que Baalbertith era la banda a la que pertenecía, que esa noche había estado en el Bar Chaos Angeles y que si no le fallaba la memoria me había visto ahí.
Si seré distraída, sonrío con pesar. Aunque no preste mucha atención a la banda que estaba tocando, si hubiera visto que él era, ¿el vocalista? ¿baterista? ¿bajista?... ¿qué más hay en un grupo? Sin duda me hubiera acercado a verlos tocar más de cerca. Pero con la suerte que tengo es que lo más probable es que quiero una aventura de la noche. Le doy las buenas noches y decido marcharme.
Él gritando para que lo escuche me grita:
—¡Hey, chica que entro en un bar! —volteo y con una sonrisa en los labios me indica con la mano que lo acompañe.
Lo dudo un poco, y me vuelve a hacer la seña que me acerque a él, cuando ve que estoy renuente, corre los diez pasos que nos separan y llega a mi lado.
—¿Cómo me has llamado? —hago un puchero.
—Durante… ¿cinco minutos? O fueron hablé y hable en un monologo chica de bar y tú tan solo asentías que me estabas escuchando, no sé tú nombre y…
—Jetro —me muerdo el interior del labio inferior— ¿sí lo que buscas es…?
—Haber chica que entro a un bar, si te atreves a decir la palabra s-e-x-o, es que no me va a quedar de otra que tener que cumplir tus deseos —sonríe— pero la verdad, es que creo que la palabra estrella de rock está muy prostituida y…
—¿Estrella de rock?
—Si lo digo yo, creo que es más creíble ¿no?
—Pues…
—Vamos pequeña… digo chica que entró a un bar, no creas todo lo que dicen de nosotros, no solo solomos sexo, drogas y rock, o por lo menos yo. Simplemente tengo deseo de caminar por el malecón, una plática tranquila, una compañía que me vea como una persona y no como alguien famoso…
—En verdad, ¿eres famoso?
—Auch, eso dolió, ¿sabes?
—¿Y me vas a decir que eso es todo lo que deseas de mí? ¿Platicar y caminar?
—Ya si me quieres dar un beso, un abrazo o algo más…
—¿En verdad que eres…?
—¿Sexy? ¿irresistible? ¿un sol? ¿un…?
—Un chulo… un cínico que…
—Te propongo un trato.
—¿Un trato?
—Regálame una hora de tu vida… un paseo por el malecón, si gustas por tu seguridad entre nosotros ponemos un metro… ¿o metro y medio? de distancia y no sé si traigas un gas pimienta o algo parecido en ese minibolso, si consigo que en esta hora me digas tu nombre y no me arrojes nada o salgas corriendo despavorida de mí, mañana te invito a un pic nic en la playa, al atardecer, con una buena botella de vino, un sushi que prepararé yo mismo… —hace un ademan con la mano—, bueno que le pediré a mi chef personal que lo prepare, armamos una fogata y que una vez que tomemos un par de copas y comamos caminar por la orilla del mar cuando comienza a subir la marea y empieza a salir la luna y las estrellas, mojándonos los pies en el agua fresca mientras nos tomamos de la mano y sonreímos estúpidamente por la forma extraña que nos conocimos y que conseguí que confiaras en mí.
—Mierda, pero ¿qué cursi eres?
—Lo bueno es que omití lo de llevar un mantel a cuadros, o una canasta… lo que si es que cuando empiece a refrescar la noche, una manta nos vendría perfecto…
Para hacerlo callar de una vez por todas, me acerque a él y lo besé. Por un momento me hizo dudar ya que en lo reaccionó ya tardo diez largos segundos en poner sus manos en mi cintura y atraerme más cerca de él para hacer el beso más profundo. Mis manos comenzaron a recorrer sus brazos, su cabello.
Y por primera vez en muchos años, hasta mi suspiro él succionó, dejándome sin aliento minutos después de que dejaran de estar juntos nuestros labios.
—Acepto con una condición.
—¿Cuál?
—Que la tercera cita haga yo los planes.
—¿Tercera?
—El malecón, —enumero con los dedos— la playa…
Sonrió mientras me dejo atrapar de nuevo entre sus brazos. Y entre sus labios.
—Por cierto… chica que entró al bar —ríe a carcajadas— en algún momento me diras tu nombre?
—Quizá, aun no has hecho méritos —lo tomo de la mano y comienzo a caminar junto a él.
—¿Y ya tienes idea de te gustaría para la tercera cita?
—Algo más dinámico… más de contacto.
—¡Ah! ¿cómo…?
—Como el Jiu-jitsu o una actividad física… me gusta el contacto de cuerpo a cuerpo.
La segunda cita tuvo que esperar un par de días, ya que no salimos de su cama durante ese tiempo.
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