jueves, 11 de junio de 2015

¡Es Ella! by Felin


¡Es Ella!

por Felin

—No sé cómo es que dejé que me convenciera mi hermano que lo cubriera el día de hoy —me recriminó a mí mismo al tiempo que golpeo el volante ante la desesperación de tener casi una hora atrapado en el tráfico y no hemos avanzado más que un par de metros en este tiempo.

La resaca corre por mi cuerpo sin compasión haciendo que a cada segundo me arrepienta de haber salido de la cama y peor aún de venir a trabajar el taxi de mi hermano. Como cada viernes desde hace unos meses acudo a un bar y bebo unas copas mientras espero.

Pero su casi suplica de que tenía que sacar el dinero para pagar el seguro, la mensualidad y algo de la universidad es que no tuve más remedio que acceder. Nunca ha permitido que mis padres corran con sus gastos desde que pudo valerse por él mismo y recuerdo que a los once años iba al supermercado a ganarse unos cuantos dólares ayudando a empacar los víveres de los clientes por horas mientras yo a esa edad me la pasaba jugando con los amigos o estudiando. Tampoco es que sea un desobligado bueno para nada, pero ya que mis padres me dieron —y a Alessandro también aunque lo rechace— el apoyo económico para poder terminar los estudios sin necesidad de trabajar, hoy como buen hermano mayor, no me queda otra que apoyarlo yo. No acepta mi dinero, pero si unas horas de trabajo.

Me chantajeó con «amas conducir y no tienes nada mejor que hacer», y puso esa mirada de cachorro perdido que conteniendo una carcajada le pedí las llaves y heme aquí, atrapado en el trafico un sábado por la tarde.

Durante las cuatro horas que llevo sentado aquí he escuchado la música de mi teléfono, pero como estoy a punto de empezar a repetir el repertorio que tengo lo apago y enciendo la radio buscando alguna estación de música en inglés, que es la que normalmente escucho, mientras recorro las frecuencias alcanzó a reconocer la voz de Enrique Iglesias, y no puedo evitarlo, sonrió al recordar esos cálidos, sexys y carnosos labios que me besaron en aquel bar al que me arrastró mi hermano por su cumpleaños hace ya casi tres meses.

Me tomó desprevenido, me había acercado a la barra para pedir la siguiente ronda, cuando de repente sentí que alguien me saludaba en mi oído en un susurro que hizo correr una serie de chispas eléctricas por todo mi cuerpo y tan solo me di media vuelta para ver la dueña de esa voz que había provocado en mí una cadena de reacciones inesperadas cuando se acercó a mí y me robó el aliento con un beso lento, largo, profundo donde pude saborearla sin detenerme a pensar en lo que estaba haciendo, y un segundo me atreví a abrir los ojos para ver que ella a pesar de tener cerrados sus ojos, sé que estaba sonriendo y disfrutándolo. No sé el tiempo que pasó, aunque me fue insuficiente, cuando se separó de mi yo lo único que deseaba era atraerla hacia mí y continuar con lo que ella había empezado.

—Por hoy es suficiente —me dijo con una amplia sonrisa en sus labios y pude ver sus ojos negros profundos que sonreían también viéndome fijamente—. La siguiente vez tú puedes dar el primer paso.

Y sin más se alejó de mí riendo hacia sus amigas.

En ese momento comprendí que había sido una apuesta o juego que tenía con las otras chicas. Pero en mis labios, en mi mente se había grabado cada rasgo de su rostro, su olor y su sabor. Sabía que sería casi una misión imposible volver a verla en alguna otra ocasión. Y siempre que escuchaba a Enrique Iglesias cantar me la recordaba, ya que cuando sus labios se unieron a los míos estaba una canción de él en el fondo. Y esta ocasión no había sido la diferencia, regresé mi camino hasta que encontré la estación donde estaba sonando Héroe de Enrique Iglesias y sin poder evitarlo cierro los ojos mientras toco ligeramente mis labios. Ya sé que si alguien me viera haciendo esto me verían con ojos de «que gay eres», pero no puedo evitarlo. Tengo así tres meses. Y estando solo en el tráfico, a menos que mi vecino de carril me esté observando durante los treinta segundos que hago esto, nadie tiene que saberlo.

Después de la que pareció una eternidad y dispuesto a hacerle trampa a mi hermano y darle dinero de mi bolsillo diciendo que fue lo que saque después de horas trabajando su taxi, una vez que salí del embotellamiento comienzo a tomar camino a casa, no sé si ya esté Alex o aun no, pero no me molesta darle dinero para ayudarle un poco. ¿No dicen que ojos que no ven corazón que no siente?
Una pareja me hace la parada, solo espero que no me alejen de mi destino, y decido detenerme y llevarlos.

El chico se desvive por la chica, con sus comentarios y por la forma en que la trata. Me llama la atención que ella solo mueva la cabeza o contesta con susurros pocos audibles con monosílabos y vea la calle en lugar de su acompañante. Parece aburrida. No es que yo me sienta Brad Pitt pero me parece que su amabilidad excesiva es para compensar un poco su… mierda me hace daño tener tantas hermanas en casa que lo de «gay» —sin ofender— me hace parecer chica haciendo estas observaciones. Los hombres somos, hombres, no somos ni guapos ni feos, somos masculinos. Así de sencillo.

—Jules —dice ella con desgano— me duele la cabeza, ¿podemos dejarlo para otro día?

—Entonces, ¿te llevo a tu casa? —Dice en voz de derrota—. Lamento que mi auto se descompusiera, sé que esto afectó lo que…

—Ya habrá más oportunidades —dice la chica con poco animo sin siquiera voltear a verlo.

—¿E-En serio? —Él le pregunta con una nota de alegría en su voz.

—Nos puedes dejar en el siguiente semáforo, por favor —habla dirigiéndose hacia a mí y la observo por el espejo retrovisor. Mi corazón se detiene al ver esos ojos negros que me están observando también.

Es ella.

La que no he dejado de soñar por tres meses.

—Creí que… —se escucha un temblor en la voz de él— que querías ir a casa para descansar y…

—Tengo que hacer unas compras. Ya no estoy tan lejos de mi casa —hace hincapié en «mi»— y tu podrás ir al taller a ver lo de tu auto.

—¿Estás segura? Porque podría… —y al no tener contestación de ella después de una pausa, continua— podría acompañarte a hacer lo que tengas que hacer y después llevarte a…

Detengo el auto y ella se dirige de nuevo a mí sin mirarme esta ocasión.

—¿Cuánto te debemos?

Esa era la señal que se alejaría y no solo de mí, él también se ve preocupado como yo.

Se bajan los dos y a mí no me queda otra que volver a arrancar. Pero no me pienso rendir tan fácil, así que me estaciono unos metros adelante viéndolos por el espejo retrovisor para saber en qué momento puedo entrar en acción.

Ella se ve incomoda a la distancia y cuando él se acerca a darle un beso en los labios ella se voltea en el último segundo esquivándolo, después se dan la mano y ella comienza a caminar alejándose de él. Él da unos pasos detrás de ella y después desiste.

Ella da vuelta en la esquina y tardo en reaccionar, salgo lo más deprisa que puedo y cuando llegó al punto donde dejé de verla me maldigo porque no la puedo encontrar. Recorro unos metros de la calle buscando por ambos lados si está ahí. No sé si ha entrado a alguno de los negocios o algún edificio, buscarla así es casi una pérdida de tiempo. No pasó tanto tiempo como para perderla de nuevo, es como si se me escondiera a propósito, pero dudo que me haya reconocido. Regreso derrotado al auto decidiendo que hacer si dar vueltas por la zona para ver si la veo de nuevo o marcharme creyendo que había sido un espejismo lo que había visto.

No puedo creer lo imbécil que fui. Debí saludarla. Debí decirle algo. No debí alejarme de donde se bajaron. Debí de… puede hacer muchas cosas y no hice nada.

No puedo creerlo.

Esto simplemente es imposible.

Ella…

Abro la puerta del taxi y está ahí sentada en el asiento del pasajero.

—Creí que quedamos que la siguiente vez te tocaba dar el primer paso a ti. —Me dice sonriendo al tiempo que voltea a verme—. Pero al ver que no lo hacías, tuve que hacerlo yo de nuevo.

—Pero, si t-tu —no tengo palabras, me ha sorprendido. No sé en qué momento ella llegó aquí sin que la viera.

—Mientras corrías supongo que detrás de mí, ni siquiera te diste cuenta que pasaste a mi lado. Y por lo mismo me imagino que no te preocupo ponerle seguro al taxi. ¿Acaso no sabes que alguien te lo podría robar? —sigo absorto en su mirada y no se me ocurre que contestarle— Créeme si supiera encenderlo sin llaves y claro, si tuviera la necesidad podría habérmelo…

Como lo hizo ella hace tres meses, le robé el aliento pero con un beso hambriento, desesperado y húmedo. Tengo que reconocerlo, no ha sido el mejor beso que he robado, pero sin duda es el que más he disfrutado. Un par de minutos después sigo sin creer que esto está sucediendo.

—Creí que…

—No creas que me la paso besando a todo mundo —sonríe— me parece que todavía estoy como para elegir. Esa noche tuve que provocar a mis amigas para que creyeran que ellas habían decidido y me habían retado.

—¿Y tú chico?

—Una cita a ciegas —se sacude con un escalofrío— no preguntes, una tarde de aburrición que terminó con la peor cita de mi vida y… —me toma de la mano para salir del taxi y ponerse frente a mí— ya era tarde para echarme para atrás pero fue una bendición que el motor muriera y cuando te vi, no podía creerlo.

—¿Una tarde aburrida? —Y yo estoy aquí como un imbécil, haciendo preguntas idiotas.

—Los chats te entretienen y cuando te das cuenta ya has dicho sí. —No puedo dejar de verla— No me veas con esa cara. Desde hace tres meses que rechazo las citas normales y salgo con… «especímenes» en vías de extinción para autocastigarme por irme lejos del chico al que le robé el mejor beso que me han dado en mi vida y tiene los ojos más…

No dejo que termine.

No estoy dispuesto a perder el tiempo otra vez.

Y le doy el beso más largo, lento y profundo que mis nervios y desesperación me permiten, sellando nuestros labios juntos, haciendo honor a ese primer beso. Mientras la tomo de la cintura y la acerco a mí el beso se va haciendo más rudo, y fuerte. En mi cabeza no deja de dar vueltas sus palabras de que estos tres meses ella no ha dejado de pensar en mí.

Probablemente sea precipitado. Pero creo que es hora de que le pida a la abuela ese anillo que me ha ofrecido durante años.

He encontrado a la dueña perfecta para que lo porte en su mano.






5 comentarios:

  1. Every time you say the word IMPOSSIBLE, these words would only hinder you see a miracle For successful
    http://migre.me/qm9It
    http://bit.ly/1K1kdOI
    http://goo.gl/QJNgNJ
    http://bit.ly/1BBTPIO
    http://gg.gg/3rvtt
    http://goo.gl/xzI5IL

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola guapa!,
    Me ha gustado mucho así que me quedo por tu blog que me parece fabuloso. Espero que tengas una buena semana!!, un beso guapa.

    ResponderEliminar
  3. hola un final muy bonito gracias por compartir este relato con nosotros chao

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...