jueves, 23 de diciembre de 2010

Un Nuevo Comienzo By Felin




Un Nuevo Comienzo


Escrito por Felin28





No es que me considere una amargada, es más soy incluso todo lo contrario.

Desde pequeña era el alma de la fiesta; a la primera que invitan a los cumpleaños de mis compañeros era a mi, y no es que hiciera algo en especial, pero sencillamente el carisma había nacido conmigo. Ni hablar cuando estaba en la adolescencia, realmente ahí aprendí el verdadero significada de fiesta. De celebración. Sin mí, simplemente no había, y no es que yo lo dijera; ya estando en la preparatoria y en la universidad es raro que alguien quiera celebrar un cumpleaños como cuando eran niños a estas alturas de nuestras vidas, normalmente buscamos celebrar otras cosas: el aprobar un examen, una materia, el fin de curso, el regreso de un viaje, el final y el inicio de casi cualquier motivo era el pretexto ideal para festejar algo. Y yo estaba siempre ahí organizando y reuniendo a todo mundo.

Las fiestas y yo eramos prácticamente lo mismo.

En una de esas celebraciones de fin de un trimestre en la universidad lo conocí a él, mejor dicho lo vi bien por primera vez. Entre bromas, risas, música y baile. Él sencillamente estaba en una esquina del salón con un grupo de compañeros, platicando tranquilamente, pero eso si, con la vista fija en mi. A pesar de que habíamos coincididos ya en algunos cursos no le había prestado atención alguna, era tan serio tan tranquilo, que sencillamente no me atraía nada de él. Pero esta noche su mirada y la sonrisa que me me estaba dedicando, simplemente me ganó.

Después de un rato de estar jugando con las miradas, él se acercó a mi. Me saludo con un beso en la mejilla y yo sin esperar nada, quizá por los nervios lo invite a que bailar conmigo, lo tomé de la mano y nos fuimos a la mitad de la sala de mis padres. Y desde eso entonces no nos hemos separado ni un día de nuestras vidas. De eso tiene ocho años.

Los dos últimos años en la universidad estuvimos juntos. Un año después nos casamos, la ceremonia fue algo sencillo, pero la celebración fue en grande. Y dos años después fuimos bendecidos con un pequeño angelito que ilumino nuestros días. Ahora mi pequeño Andre tiene ya tres años. El verlo correr por la casa me hacen sonreír cada mañana.

Hemos intentado que quede embarazada nuevamente pero no se ha conseguido. Incluso, mi esposo me ha pedido que deje de trabajar, que me dedique al hogar, a Andre, y a él; y que quizá sin la presión y el estrés del trabajo podríamos tener una mayor posibilidad. Pero el pensar estar sola en casa no me agrada la idea.

A pesar de que me haya casado y el haber tenido a mi niño, yo sigo siendo la misma de siempre. La Dana que le gustan las fiestas, las celebraciones, y estar rodeada de amigos. Así que esa propuesta está totalmente descartada. Amo a mi familia, pero aún quiero seguir siendo yo misma a pesar de mis nuevas responsabilidades.

Por un momento estuve a punto de decir que si. Y más por las fechas que son. Pero lo pensé mejor y pienso seguir trabajando.

Estas malditas fechas, como las odio, son las únicas celebraciones que hago por compromiso, por obligación, y no por gusto.

Odio diciembre: Navidad, Año Nuevo y mi cumpleaños. Odio estas fechas, todas juntas en menos de diez días. Simplemente quiero desaparecerlas de mi calendario. De mi vida.

Y no es para menos. Cuando debería estar rodeada de la gente a la que amo: mis amigos, mis familia. Es cuando estoy más sola que nunca.

Desde que recuerdo en casa nunca celebraban mi cumpleaños, por dos motivos: el que todo mundo está de vacaciones; y como está entre navidad y año nuevo, nadie se acuerda de ese día. Incluso algunas veces me encerraba en el baño; que era el lugar más aislado en la casa y lloraba sin que nadie se diera cuenta, cuando salía estaba como si nada, nunca vieron el pesar de mi corazón. Eso era respeto a mi cumpleaños. Todos los años era lo mismo. Un abrazo de mis padres y hermanos, quizá un pastel en la noche, y si tenía suerte quizá la llamada de una amistad para decirme un “felicidades”. Quizá ese es el motivo que ya aún con una familia propia, aún me niego a celebrar.

Y bueno navidad y año nuevo no se quedan nada atrás, con respecto al nivel de frustración para mi. Toda la familia, sí, incluyendo a toda la familia: abuelos, tíos, primos; decidían en que casa se haría la cena de noche buena y en cual la de fin de año. Y como todas las reuniones familiares vista a traves de unos ojos de una niña, eran ¡Horribles! ¡Aburridas! para todos aquellos que no estaban casados y fueran menores de treinta años. Ellos no se daban cuenta pero el sentarse en la mesa junta a una enorme cantidad de comida, unos abrazos y algunos regalos, por lo menos para mi y se que para muchos era aburrido y sin chiste.

Nunca he entendido lo que dicen en todos los comerciales, canciones y mercadotecnia que utilizan en está época: El espiritu navideño.

Aún no sé que sea eso. Para mi en esos años, la navidad era la ilusión de Santa Claus, el saber que me iba a regalar ese año; y no ver a mi familia comiendo y bebiendo durante toda la noche. Y por tener que estar cenando en familia, esa noche nunca podía regresar a casa, a mi cama y despertar al día siguiente lo más temprano que se pudiera para correr debajo del árbol de navidad y ver mis obsequios. No. Tenía que verlos hasta la tarde, cuando todos los niños estaban jugando con sus regalos, yo me encontraba nuevamente en la misma mesa con las mismas personas de la noche anterior. Y comiendo el re-calentado de la noche anterior.

¿Por qué estaba en la mesa comiendo en lugar de estar viendo mis regalos? Sencillo, después de la cena y que todos habían bebido todo lo que pudieron; todos nos teníamos que quedar a dormir en esa casa; en el suelo, en los sillones, en camas todos apretados. Porque nadie estaba en su sano juicio para poder salir de ahí sin correr el riesgo de un accidente.

Y esto no sólo era en navidad, sino también en fin de año. Bueno aquí había una excepción. Alguien se compadecía de mi que días atrás había pasado mi cumple y que nadie se había acordado, entonces para quitarse los cargos de conciencia compraban un pequeño pastel y me dejaban cortarlo. En esa época no entendía el porque del pastel y porque era yo la primera en probarlo. Años después me entere que esa era su fabulosa forma de celebrar mi cumpleaños, sin un felicidades, sin un abrazo y sin un regalo.

Después cuando los que eramos niños, crecimos un poco, nos rebelamos y ya nos negábamos ir a cenar a casa de algún familiar. Ahí creí que que quizá podría encontrar y saber que era el espíritu navideño, el cenar en casa, algo más tranquilo, más familiar. Pero no. Era lo mismo, pero con menos gente. Y la ilusión de Santa Claus con los años desapareció.

No le encontraba chiste a este tipo de celebraciones. Ni ahora ni en el pasado.

Insisto: odio la navidad y año nuevo. Odio esta época del año.

Se que debo de cambiar de actitud, no puedo continuar así. Y más porque a pesar de que mi Andre tiene tres años, será la primera navidad que celebremos; es decir, la cena entre los tres, los abrazos, los regalos y su primer Santa Claus. Y en verdad quiero que estás fechas sean muy diferentes para él. Deseo que el si encuentre el espíritu navideño, que yo no he encontrado.

Pero es que si odio estas fechas, la verdad es que no son de gratis, cada una, año tras año se han ganado su lugar de odio en mi.

La oficina, es otro ejemplo. La verdad es que no ayudan mucho con mi espíritu navideño. Aunque cada año es diferente no encuentro nada que me demuestre del porque celebramos tanto estas fiestas. Este será el quinto año que “festeje” estas fechas con mis colegas.

Es que festejar no se si sea la palabra correcta. Creo que el sufrir penas ajenas lo describiría mucho mejor. Ya que más bien, lo toman como el pretexto para comer, beber e incluso hacer algunos desfiguros; creo que piensan que todos nos ponemos en sus mismas condiciones y por lo mismo podemos perdonar y olvidar todo lo que pasa esa noche. Creo que en parte esto podría ser parte del espíritu navideño, pero ellos lo aplican mal: Perdonar y olvidar.

Desde que entre a trabajar aquí siempre hay un detalle para recordar: el primer año, Ana la chica que entro casi al mismo tiempo que yo bebió hasta el punto que se la paso en el baño vomitando gran parte de la noche y yo sosteniéndole el cabello para darle mi apoyo; el segundo año, un grupo de tres chicos del departamento de diseño ya con sus copas encima comenzaron a bailar y de tan mareados que estaban cayeron sobre la mesa del gerente, que por suerte en ese momento no se encontraba ahí e hicieron un gran destrozo; el tercer año mi amiga sorpresa reciclo un pequeño obsequio que le había dado dos años antes y me lo dio como regalo, ella no recordó quien se lo había dado y sólo quería deshacerse de él; el año pasado cuando dentro de la posada se rompió la piñata dos chicas se comenzaron a dar de golpes una a la otra por discutir quién había sido la primera en tomar el regalo. Y más anécdotas de este tipo se han acumulado en estos años. En la rifa de regalos nunca nadie sale satisfechos y hablan mal de todo mundo.

Ahora que falta casi un mes para mi quinta celebración con ellos, no tengo ganas de ir; pero sé que para mi carrera profesional no sería bien visto que faltara y más que me acaban de dar uno de los proyectos más ambiciosos de la agencia. Así que tendré que ir más por compromiso que por gusto.

Y sigo diciendo odio estas fechas, sólo existen para hacernos gastar el aguinaldo y dinero que a veces no tenemos para dar obsequios dignos de esta época. Y para que al final nadie este contento: unos porque no les gusta lo que les regalan y otros porque se han gastado hasta el dinero que no tienen.

Hoy en la noche he quedado con mi esposo para ir a comprar el arbolito y un millón de adornos para dejar la casa digna para fotografiarse y ser exhibida en un catalogo. A pesar de tener ya cinco años de casados nunca hemos adornado la casa, como siempre la pasamos con sus padres o los mios no le veíamos el caso de tomarnos la molestia de hacer algunos cambios en la decoración en casa. Y más que para él también estas fechas son pretextos para hacer fiesta y gastar dinero.

Pero nuestra situación ahora es diferente. Andre ya está más despierto, más consciente de su entorno; y ahora es cuando comenzara a guardar recuerdos felices y no tanto; que tarde o temprano le afectaran en su vida en algún momento.

Pero como me ha dicho en las ultimas semanas Andre, no tiene porque ver y sufrir estás fechas como nos ha pasado a nosotros, que en nosotros está que él si encuentre un significado más relevante para estas celebraciones y que quizá con ayuda de él podamos encontrar ese espirito; que no nada más debe ser una fiesta, sino que debe haber algo más, o eso es lo que queremos creer.

Aunque yo no estoy muy convencida, he aceptado. ¿Quién soy yo, para romperle las ilusiones a un ser que apenas comienza a vivir?. Es por eso que no rezongue ni nada parecido. Acepté sin poner peros. Lo único que me mata es que este año será el primero en el cual me tendré que meter a la cocina horas como veía que mi madre lo hacía. ¿Cómo puede ser posible que para hacer unos cuantos platillos tiene que planearlos días, incluso semanas antes? Y lo peor del caso ¿Por qué todo el día?, desde que amanece se mete a guisar uno y no sale hasta que todo este en perfecto orden, y a penas le de tiempo a una para arreglarse un poco y salir a convivir un poco.

Y la gente que llega a cenar, sin haberse molestado en ayudar un poco ¿Se darán cuenta de todo el trabajo que hay detrás de esto? ¿Valdrá la pena tanto trabajo? ¿Por qué nadie da las gracias a tanto esfuerzo?

Bueno, lo único bueno si se puede sacar algo bueno de todo esto, es que solo tengo que cocinar más que nada para Xavier y para mi, Andre come muy poco aún, así que las horas dentro de la cocina creo que serán mínimas , o eso quiero creer.

Creo que Xavier en verdad quiere llenarse del espirito navideño, ha comprado todo lo que se le atravesaba en el camino; para empezar un árbol natural de casi dos metros de altura, muy frondoso; miles de luces blancas; muñecos de peluche y dulces para el árbol ya que no creyó que fuera buena idea que tuviéramos esferas de vidrio con el bebé en casa; coronas; adornos para los muebles, puertas, y ventanas; incluso hasta varios discos con villancicos tanto en ingles como en español. La verdad es que si lo dejo, la casa con el numero ciento dieciocho de la calle amapola, la convertiría en el lugar en que Santa Claus. Le encantaría vivir.

Cansada de las compras le dije que al día siguiente podíamos adornar la casa, cosa que a él no le agrado mucho; pero como ya era tarde no protestó gran cosa, pero antes de quedarse dormido me amenazó con una sonrisa en los labios que si era necesario todo el día estaríamos decorando la casa.

Algo que no me agrado mucho ya que los domingos es cuando aprovechamos para que nos cuiden ya sea en su casa o en la mía a Andre y podamos salir a comer y al cine nosotros solos; ya que cuando esté más grande él nos acompañará a todas partes y queremos disfrutar las ultimas tardes que podemos estar solos en mucho tiempo.

Sin más remedio el domingo a primera hora me quito de la cama, literalmente me arranco de las sabanas y del calor de esta y me llevo a la sala casi a rastras. Ya estando los dos solos comenzamos a abrir los paquetes de las luces y tantos adornos que quiso comprar.

Peleándome con los lazitos, cables y ramas, alrededor de casi tres horas después estuvo al fin el árbol.

Estaba tan absorta del trabajo que nunca me percate que mi niño estaba sentado a un lado de los sillones viendo como estábamos adornando. Sólo me di cuenta cuando escuche a mis espaldas cuando soltó un grito-risa de alegría y corría a mis piernas para abrazarme, quizá tanto colores y las luces le han llamado mucho la atención.

Pero nos mostró su presencia en el mejor de los momentos, ya que mi marido iba a colocar la punta del árbol y se la entregamos y con ayuda de ambos lo cargamos y le enseñamos como colocar la estrella en la copa del árbol. Él estaba feliz.

Al oír sus carcajadas creo que quizá no sea tan mala idea eso de celebrar sus primeras fiestas navideñas. Ahora creo que el festejar estas fechas no tienen que ser iguales para todos.

Se quedo enfrente del árbol horas viendo las luces y las figuras; nosotros solo de vez en cuando nos asomábamos que estuviera bien, ya que el trabajo en casa aun era largo. Faltaban colgar las guirnaldas, coronas, guardar algunos cuadros y figuras para sustituirlos por cosas navideñas.

Cada minuto que pasaba me daba cuenta que esto estaba a tres segundos de convertirse en el segundo hogar del señor Claus.

En una de las vistas que le dábamos a Andre, me pude dar cuenta que se había entretenido lo suficiente ya que todos adorno que estaba a su alcance yo no estaba en el árbol, o lo traía en las manos o estaba en el suelo. Pero en vez de enojarme o molestarme me dio risa ver como la guirnalda de palomitas que habíamos hecho la traía arrastrando a su paso. El trabajo de casi tres horas fueron desechas en cuestión de diez minutos.

Por su edad se que eso sera cosa de nunca acabar, en cuanto se quede solo unos minutos, el hará lo mismo con el árbol y los adornos. Así que su papá decidió contarle una historia de navidad, explicándole la importancia del los adornos y regalos. Pero el parece no prestarle absolutamente ninguna atención ya que voltea a todas partes menos a su rostro.

Mientras él relata sus cuentos, yo estoy tratando de arreglar un poco los adornos del árbol y aunque no quedo tan perfecto como la primera , es que no se ve tan mal.

Ya solo faltaba comenzar a envolver los regalos y colocarlos debajo del árbol. Aunque proteste alejando que faltaban casi veinte días para la fecha, que cual era la prisa por empezar a envolverlos. La única respuesta que obtuve es sin regalos no se puede celebrar la navidad.

Y como niña chiquita comencé a protestar y poco falto para que me aventara al suelo y empezara a gritar que ya estaba cansada y muriendo de hambre. Es increíble que para colocar unas cuantas cosas en la casa, hayamos perdido todo el domingo en eso. Sin darme cuenta tenemos como doce horas haciéndolo.

Bueno claro es que no solo fue hacer cambio de decoración, también de limpieza y cambio de lugar de algunos muebles para aprovechar mejor los espacios. Estoy más que muerta.

Pero a pesar de las sonrisas que mi niño que me ha regalado en todas estas horas; sigo diciendo lo mismo. Odio estas fechas.

Después de comer un poco empezamos a revisar la lista de regalos, para ver quienes nos faltaban aún. A pesar de que ya hemos gastado un dineral en adornos y regalos resulta que la lista aún es eterna para poder terminar. La verdad se me hace una reverenda estupidez gastar toda esa energía, tiempo y dinero para un par de días.

Sencillamente si este dinero lo donáramos a alguno institución, o compráramos unas cobijas o comida y se las diéramos a los más necesitados, o los niños de la calle por ejemplo, la verdad es que de ellos serían unas gracias o una sonrisa sincera; pero no, tenemos que darlo a la familia y amigos que muchas veces sonríen de dientes para afuera y dan un gracias más que nada por compromiso que por sentirlo.

Hay que ser sinceros: el noventa por ciento de los regalos que nos dan en estas fechas, no nos gustan y los odiamos; y entonces al final tienen dos probables futuros: el primero es guardarlo años en algún armario y olvidarnos de él, y años después o lo tiramos o lo reciclamos dándoselo a otro incauto; y lo segundo es para no quedar mal lo usamos un par de veces a ratos y por “accidente” le sucede algo, ya sea que se estropea, se rompe o se le pierden piezas necesarias y sin ellas ya no sirve, y al final su destino es el bote de basura.

Pero a pesar de todo, no le quiero amargar el espíritu navideño que nos se de dónde lo sacó este año Xavier y sin mas remedio hago anotaciones de quienes faltan por comprarle algo. Una vez echo esto empezamos a envolver y etiquetar los que ya tenemos listos, y en cuanto están listos los empezamos a poner debajo del árbol.

Después de mas de catorce horas de arduo trabajo el día ha terminado y la casa a quedado para sacarle una foto y hacerla postal navideña y enviarla a todos nuestros conocidos. Solo porque no es de madera ni tiene chimenea ni hay nieve en la calle, pero en verdad esta casa sería perfecta para una postal. Lo bueno es que a mi maridito no se le a ocurrido esa idea, que si no, ya estaría buscando ropa para ponernos y sacar las imágenes para enviarlas. La verdad es que me alegro que no se le haya ocurrido eso.

Él ahora toma al bebé en brazos ya que después de deshacer el árbol varias veces en el día, a quedado rendido y se ha quedado dormido en uno de los sillones de la sala; y lo lleva a su habitación para que descanse como debe ser. Yo voy detrás de él que estoy más que muerta de cansancio y mañana es día de trabajo.

Es increíble que el tiempo pase tan rápido siento que apenas fue ayer cuando estábamos adornando la casa y envolviendo los regalos, que aún no puedo creer que estamos a menos de cinco días de Nochebuena y de Navidad. Y a pesar que los fines de semana en casa solo se habla sobre la cena que vamos a hacer y los regalos, creo que ahora, en estos momentos Xavier y Andre están haciendo lo más hermoso de todos estos días: están escribiendo la primera carta de Santa Claus de mi niño.

Claro el no sabe escribir todavía, pero habla perfectamente y se le ha explicado que es Santa, que hace y que necesita hacer él para recibir sus regalos. Es increíble que alguien tan pequeño desee tantos regalos; ya ha pedido algunos muñecos, diría varios. Maldita televisión es lo único que anuncia en esta época y a pesar que ve solo cosas propias para su edad, aún no sé de donde tiene conocimientos de ellos. Creo que los niños cada vez son más despiertos en estos días.

Cuando me acerco a ellos para ver como va la lista de regalos, porque eso es lo que parece en vez de una carta me sorprendo al escuchar su ultimo regalo.

¡Quiere un hermanito!. Xavier voltea a verme con una sonrisa en los labios. El también se ha sorprendido como yo. Le tratamos de explicar que quizá Santa no le pueda cumplir pronto este regalo que no es tan fácil y él comienza a llorar y gritar que es lo que más quiere. Tratamos de tranquilizarlo pero no había forma, ahora está en pleno berrinche. Después de un buen rato se ha calmado y se ha quedado dormido.

Una vez que lo dejamos en su habitación nosotros nos pusimos de acuerdo quien iba a ir por sus regalos mientras él otro se quedaba en casa cuidándolo. Echamos un volado y lo perdí. Así que me toca ir a la tienda y pelearme con el trafico y la gente que comienza a ponerse histéricos al hacer sus compras navideñas de ultima hora.

Horas después regrese a casa con todo lo de la lista. Estoy mas que muerta de cansancio, ya que me he tardado mas de lo que esperaba, cuando regreso veo que ambos están dormidos. Yo guardo bien los paquetes y me dispongo a descansar también.

Dos días después de mis compras navideñas me preparo para ir a trabajar, aunque no tengo muchas ganas ya que por la noche es el festejo de la oficina. Mi madre nos va a hacer el favor de cuidar a Andre en lo que vamos a este fabuloso brindis que nos espera. Y si tenía razón, este año no fue la excepción: el espectáculo más importante en la reunión fue que la mayoría de mis compañeros tomaron de más y estaban medio borrachos, pero la secretaria de presidencia se lleva el premio mayor cuando decidió subirse a una de las mesas y ponerse a cantar a gritos blanca navidad bailando al estilo striptease, y cuando su pareja quiso bajarla ella le vomito encima; ese fue el indicador que habíamos visto lo suficiente y nos retiráramos algunos de la fiesta.

Al día siguiente fue turno del festejo en la empresa de Xavier y a pesar de que ahí son más tranquilos, este año no lo fue, sucedió que ya enfiestados dos de sus compañeros comenzaron a pelear por el numero de la rifa, ya que uno de ellos era el ganador de una pantalla de cincuenta pulgadas, pero habían revuelto sus números y no recordaban cual era el de cada quién, se jefe se molestó tanto que al final dijo que esa pantalla sería rifada nuevamente, resultando como ganador mi esposo, cosa que sus compañeros no vieron muy bien; en cuanto se le entregaron salimos casi corriendo de ahí porque parecía que estaba a punto de avanzarse contra nosotros y y mordernos, parecía que querían defender lo suyo como fuera a lugar. Yo por más que traté de conventillo de que no aceptara, él no me hizo caso, dijo que no iba a despreciar un regalo tan bueno, y menos porque era la primera vez que le tocaba algo. Cuando llegamos a casa estaba más que feliz por su regalo y estaba decidiendo cual sería el mejor lugar para colocarla, si en la sala o en la recamara.

Después de comportarse como niño chiquito con su nuevo juguete durante dos días, me levanta a las siete de la mañana del primer viernes de mis vacaciones, me dice que no sea floja que tenemos que hacer la cena, temprano ya que por la tarde tenemos que ir a casa de nuestros padres para darles el abrazo.

Yo más de malas me levanto de la cama diez minutos después y lo alcanzo en la cocina después de lavarme la cara. En cuanto entró a la cocina, no puede creerlo a sacado todos los ingredientes, ollas, cazuelas y los libros de cocina que ha encontrado en su camino. Es cierto no soy una cocinera experta, lo reconozco; pero todo esto es una exageración.

Cuando comienzo a ordenar un poco el desorden y le comienzo a decir que es en lo que me puede ayudar para terminar pronto, comenzamos a adelantar la cena. Pero a las diez minutos que lo corregí que estaba cortando mal la fruta, me vio unos segundos con esos ojos de reproche que hace cuando no le gusta que lo corrija y me dijo entre dientes un ahorita vengo, vuelve en cinco, voy a ver a Andre, para ver como esta; o eso fue medio lo que le entendí; eso fue hace casi dos horas y no volvió a regresar.

Maldita sea nada me sale bien, ya me corte un dedo, la leche que estaba hirviendo se ha derramado en la estufa, el lomo que estaba sellando se quemo un poco, la manzana se esta oxidando y se ve horrible. Soy un desastre. Le grito a Xavier que lo necesito y no me responde. Media hora después aparece en la puerta y con una sonrisa me dice que si le había hablado. Yo quiera lanzarle algo a la cabeza, lo que tenía a la mano era una olla enorme, lo dude un poco, traté de tranquilizarme un poco y le pregunté que estaba haciendo, que si Andre ya se había despertado. Cuando me contesto que no que seguía durmiendo y que se había quedado viendo el parido de fut del domingo, que estaban repitiendo.

No lo podía creer, todo esto había sido su idea y me ha dejado sola, me ha abandonado. Pero el peor del cinismo fue cuando me dijo que tenía hambre, que ya era tarde, ¿qué a que hora íbamos a desayunar algo?, ¿qué si ya estaba el café por lo menos? O ¿qué si se bañaba en lo que hacia algo?. La verdad es que no deje que terminará ya que mi aparente tranquilidad desapareció en menos de dos segundos y comencé a gritar que era.., que era un estúpido, idiota; que todo había sido idea suya y que él no estaba haciendo nada. El muy tranquilo me contesto que ya no exagerara, que se daba un baño y que salía a ver que podía conseguir para que comiéramos un poco, después no entendí que dijo sobre Andre y terminó diciendo algo que iba bien que así siguiera y salio de la cocina antes de que pudiera lanzarle algo en su cabezota.

Cuatro horas mas tarde salí de la cocina satisfecha por todo el menú que hice.

Después me fui a dar un baño y arreglarme tenia poco más de media hora si no quería que se nos hiciera tarde y encontráramos todo el trafico de la ciudad; primero íbamos a mi casa con mis padres donde comeríamos con ellos, darnos el brazo y los regalos correspondientes. Horas después salimos hacia la casa de su familia donde habría un pequeño brindis, después los abrazos y los regalos. Por fin después de la peregrinación de regreso a casa por el trafico. Llegamos a casa. Y aunque no había bebido mucho, tomé cuatro o cinco tequilas y si le sumo el cansancio acumulado por el estrés de estos días; lo que me gustaría hacer es llegar a casa y dormirme, sé que no es posible, pero como lo deseo.

El trabajo ahí todavía no terminaba, ya que me faltaba arreglar la mesa para lo noche. Y nuevamente Xavier con el pretexto de jugar un poco con Andre para que no se durmiera, me dejó nuevamente sola. Ya ni para que molestarme, nada ganaba. En cuanto estuvo lista, solo faltaba que pasara la carne, pero eso sería hasta el final para que esté caliente a la hora de cenar. Me fui con ellos. Necesitaba distraerme un poco, olvidarme del mal humor y recordar que todo eso era para Andre, para que pueda celebrar y disfrutar de estas fechas.

Y para mi sorpresa mi bebé ya esta dormido en un sillón, y mi esposo estaba sentado viéndolo. Era más que lógico que estuviera así de cansado, él tan pequeño y había sido un día muy largo, no es hora que el se duerma. Pero lo dejamos. Xavier me llama con la mano y me siento al lado suyo a ver una peli navideña. Aunque ya la he visto muchas veces, nos abrazamos y vemos “Un cuento de navidad”. Esto para mi es más cercano al significado de navidad que todo el teatro que hemos hecho estas ultimas semanas. La familia, mi familia feliz y junta sin más. Vimos el televisor todo el tiempo juntos, abrazados y de vez en cuando un beso. Una vez que termino ya era tarde, así que Xavier a ido al estudio por un corral que tenemos ahí para Andre y lo lleva a la sala para acostarlo ahí por si se levantará durante la cena; así por lo menos si no cenaban con nosotros nos estaría acompañando. Mientras yo fui a calentar la carne y cortar el pan para terminar de llevar lo que hace falta a la mesa.

Veinte minutos después estábamos los tres en la sala, Andre dormido en el corral y Xavier y yo en la mesa tomados de la mano y viéndonos a los ojos.

Quizá no es un manjar al que estamos acostumbrados ni tiene el sazón tampoco. Es cierto la carne esta un poco quemada y reseca, la ensalada un poco dulce, el puré tiene un poco de grumos, la pasta medio batida, y el postre quedo medio pastoso y desabrido. Pero para ser mi primera vez creo que no esta tan mal, como yo creí.

Xavier cuando comenzó a cenar reía un poco y sin decir nada se terminó todo lo que se había servido en su plato y tal vez para compensar todo mi trabajo de todo se sirvió doble porción. Yo le dije que no era necesario que sabía que la cena era un desastre y... él no me dejo terminar mi frase, puso un dedo sobre mis labios y me dijo de lo más contento que era un manjar digno de los dioses y que nunca había probado algo tan rico, y me dedico una sonrisa más antes de continuar con su segunda ensalada como si fuera perfecta. Ya al verle pensé si él se puede comer este desastre yo también puedo.

Y a pesar de que era mucha comida para dos adultos y un bebé que durmió toda la cena. Casi no la terminamos. Brindamos por la unión y que se repitiera año con año una noche tan especial. Claro en un susurro me dijo, con ayuda y un poco de practica la cena cada vez estará mejor. Y comenzó a reír a carcajadas; yo en lugar de molestarme le hice segundas y no podíamos parar de reír como dos críos pequeños.

Se levantó de la mesa y fue a poner un poco de música. En cuanto regresó a mi lado me podio que bailara con él, como hace muchos años no lo hacía. Cuando llevábamos la mitad de la pieza nos dimos cuenta que Andre nos observaba entretenido. Fuimos por él y bailamos los tres juntos no una sino varias piezas.

Al final de todo creo que esta navidad no apestó tanto como las anteriores.

Ya avanzada la madrugada, con algunas botellas de vino vacío y Andre nuevamente dormido, decidimos que era hora de ir a descansar un poco, ya que en unas horas más amanecería y en la tarde teníamos que ir a a casa de mis suegros al recalentado y por la noche con mis padres.

Yo me encargue de apagar todo mientras Xavier cargaba a Andre y con una sonrisa picara me dijo creo que ha llegado el momento para que te dé tu regalo y... la verdad es que no esperé a que terminara la frase me di media vuelta y comprobé que todas las luces y velas estuvieran perfectamente apagadas y cuando me di cuenta ya estaba detrás de ellos subiendo las escaleras hacía la habitación.

A pesar de todos los años que tengo casada esta es la primera vez que disfrute una navidad. Comencé a comprender un poco el significado; pero aún sigo pensando que estas fechas solo se celebran por motivos comerciales mas que por unión.

Parece que a penas unas semanas atrás termino todas las celebraciones correspondientes del año que termino. La cartera y las finanzas aún no se recuperar del todo; cuando veo el calendario y nuevamente a llegado la época decembrina.

Bueno ahora no diré que odio la navidad y que apesta; sólo podré decir que no me gustan estas fechas y no se si algún día me agraden.

Y esta nueva navidad que se aproxima aunque nuevamente vamos a celebrar en casa los tres solos, haciendo exactamente lo mismo que el año pasado; solo que con dos cambios: el primero es que Xavier fue el encargado de cocinar esta ocasión, ahora me tiene muy consentida; y la segunda es que tengo un tremendo barrigón a punto de estallar, estoy a días del parto, por eso Xavier realizó la mayor de las tareas para celebrar. Bueno no todas, su mama le ayudo muchísimo.

Así que por lo mientras puedo decir que está tiene mejor pinta que la del año pasado, por lo menos no hice nada de nada, no me dejaron. Ese es un alivio.

Aunque en nuestras casas no estaban de acuerdo que estuviéramos solos esta navidad nuevamente y más por mi condición, al final aceptaron de buena manera nuestra decisión. Y ellos son los que nos fueron a visitar para darnos el abrazo, los regalos y hacer un pequeño brindis. Bueno, si se puede hacer brindis con agua mineral, entonces sí, si tuvimos un pequeño brindis.

Cuando estaban a punto de despedirse las contracciones que empecé a tener durante la tarde, ahora ya eran casi insoportables. Xavier comenzó a decirme que porque no le había comentado nada e histérico subió a buscar la maleta lista para salir rumbo al hospital.

Yo trataba de tranquilizarlo que no eran tan fuertes, no se por que se lo decía, porque era todo lo contrario; sentía que me partía en dos. Yo estaba un poco asustada ya que se adelantar casi dos semanas el parto. Les encargamos al niño y salimos rumbo al hospital.

Unas horas después, con más o menos un par de horas de trabajo de parto a nacido mi pequeña Joanie. La verdad es que la esperábamos con gran ilusión, y con su llegada ahora si puedo decir que mi familia es perfecta. Por fin esta completa.

Mi esposo se fue a dar la noticia a casa de que todo había salido perfectamente, que ambas estábamos bien y que hasta el día siguiente nos podrían visitar. Lo único que lamentaba era que mi pequeño Andre no podría verla hasta que regrese a casa, que será en dos días. Aún no podrá conocer a su hermanita. Con tanta ilusión que la esperaba y se tendrá que esperar.

A pesar de estar adolorida por el parto no me siento mal por eso, sino que ahora que estaba aprendiendo a disfrutar más estas fechas, hoy que es navidad me la tendré que pasar aquí sola en un pequeño cuarto de un hospital.

Por más que hago intento para evitarlas las lágrimas corren a través de mi rostro. Aunque aun es temprano y nadie debe de estar cenando, quisiera estar en casa, en mi mesa, con mi familia a mi lado; y no en una cama de hospital.

En eso entra la enfermera y en los brazos lleva a mi pequeña y me dice que una pequeñita tiene hambre y me necesita; me la entrega e inmediatamente se acomodo en mis brazos y en mi pecho. Una vez que termino de comer me la a dejado un rato, la verdad es que es raro que le permitan que se quede en el cuarto tanto tiempo y en la noche que normalmente los tienen en los cuneros y más porque está un poco pequeña, pero antes de salir con una sonrisa se acerca a mí y me da un beso y sale dejándome a solas con este pequeñito ser.

Yo estaba anonadada viendo como dormía en mis brazos y comencé a reír en un susurro para no despertarla, recordando lo que me había dicho una enfermera en cuanto nació, que mi regalo de Santa yo no se quería esperar para poder llegar a mis brazos, y bueno pensándolo bien al final aunque sea un año más tarde, mi pequeño Andre tuvo el regalo por el cual hace un año lloró hasta que lo venció el sueño.

Cuando creí que la dicha en mi pecho no podía ser mayor en estos momentos, se abre la puerta de la habitación, cuando levanto la vista para ver quien es, es increíble, no podía pedir más: las tres personas que más amo en este mundo están juntas, están junto a mí en estos momentos.

Aún no comprendo como logró que dejaran entrar a Andre al hospital y que a él le permitieran la entrada; no son horas de visita; pero no me importa. El verlos en el umbral de la habitación es el mejor regalo que me pudieron dar.

Cuando más sola me sentía, las personas a las que más quería ver ene estos momentos están aquí conmigo.

Ahora se lo que en realidad se debe sentir, pensar y creer cuando le gente dice Feliz Navidad. Ahora por fin lo siento. Es estar feliz con lo que tenemos, el saber que cada día va a ser mejor, estar rodeada de los seres amados. El darnos la oportunidad de creer que la magia del amor ronda no solo en esta fecha sino todos los días de nuestra vida. Ser agradecidos por todo.

Sencillamente el espíritu navideño es valorar absolutamente todo, y compartirlo con todos.

La navidad no se trata de fiestas, regalos, compras, cenas, ni nada de lo que los medios nos quieren vender:

La navidad es amar a la vida.

Mientras comprendo todo esto, comenzó a escuchar a mi pequeño Andre que Santa su existía, que tarde, pero si le había llevado el mejor regalo de todos, que por fin su hermanita estaría junto a él, y que era la único que le hacía falta para ser feliz, que ya no necesitaba nada más al escuchar estas palabras que ha dicho un angelito me doy cuanto ahora de todo; las lágrimas no las puedo detener corren por mis mejillas; pero no son lágrimas de tristeza sino de felicidad.

Se acerca Xavier aún con Andre en sus brazos y me da un beso en los labios mientras me susurra al oído un Feliz Navidad. Yo no pude contestarle nada, traté, pero no pude, lo único que hice en ese momento fue dedicarle a ambos una pequeña sonrisa

Y es curioso que mientras uno piensa que estas lecciones de vida pasan de los padres a los hijos y no al revés; nosotros esperamos enseñar y no que nos enseñen. A veces los hijos nos dan grandes lecciones sobre la vida. Él me a demostrado que no son necesarios los regalos, ni grandes celebraciones. La felicidad esté en uno mismo. Ahora tengo la oportunidad de comenzar nuevamente a creer en la magia del amor.

Por primera vez en mi vida, rodeada de mi familia perfecta, por lo menos a mis ojos, lo digo por que lo siento. Porque ahora sé porque es una fiesta: es para dar las gracias por todo lo que tuvimos este año y por las cosas que se viene para el siguiente. Es el punto de partida de un nuevo mañana, de una nueva oportunidad de agradecer y disfrutar todos los detalles que la vida nos da.

Se acercan a mi y me dan un gran abrazo y un beso cada uno. Estoy completa ahora y no me hace falta absolutamente nada. Todo lo que podía pedirle a Santa o a quien fuera ya lo tenía. El amor de mi familia sin pedir nada a cambio. Y les susurro a mis tres amores: Feliz Navidad.

Con el corazón en la mano.





FIN.

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